jueves, 10 de abril de 2008

ROJAS, “EL DIOSERO” DE LAS NUEVE ESQUINAS.

Francisco Rojas González, novelista, cuentista, antropólogo y diplomático, tuvo distinguidos familiares, como fue en la literatura el caso del escritor José López Portillo y Rojas, y del periodista constituyente de Querétaro Luís Manuel Rojas; nació en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, el 10 de marzo de 1904, en el barrio de mexicaltzingo, entre las llamadas “nueve esquinas”, en la calle de Leandro Valle 895, y frente a la casa donde vio este la primera luz, se encuentra el parque que da confluencia a estas mismas calles, sitio donde se fueron colocadas una placa y una estatua en su honor.
Realizo sus primeros estudios en el municipio de La Barca, trasladándose luego a la Ciudad de México donde estudio contaduría en la Escuela de Comercio y Administración, Etnográfica en el Museo Nacional, y Etnología y Sociología en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde fue investigador del Instituto de Investigaciones Sociales desde 1935 en las áreas de Etnología y Sociología, mas tarde ocupo el cargo de director de estadística de la máxima casa de estudios. Fue miembro de las Sociedades de Geografía y Estadística, Mexicana de Sociología, Mexicana de Antropología y Folklórica de México. Ingreso al servicio diplomático en 1920 donde inicio sus primeros balbuceos literarios con un pequeño circulo de entonces noveles escritores como el poeta Juan B. Delgado, Agustín Granja Irigoyen y el autor teatral Antonio Guzmán Aguilera, siendo mas tarde cónsul en Guatemala y después en Salt Lake City, Denver y San Francisco, función que desempeño hasta 1935.
Francisco Rojas fue un estudioso científico de la etnología, un hombre preocupado por el destino de las minorías étnicas del país pues a través de sus múltiples viajes por la republica estableció contacto con diversos grupos indígenas de México, quienes influyeron e inspiraron gran parte de su obra literaria. Fue colaborador de varias publicaciones: “Hoy”, “Tiras de colores”, “México en el arte”, “Novedades”, “Cuadernos Americanos”, “El Universal Ilustrado”, “El hijo prodigo” y “Crisol”, revista donde era redactor.
Se ha dicho que su estilo de escritura no solo es excelente en el terreno de la ética, sino también en el riguroso campo de la estética, su modo de expresión es directo, es preciso, en armonía con los sucesos que relata; un lenguaje que surge del pueblo, de la plaza, del campo, es decir, vivo y funcional, un estilo construido a imagen y semejanza de los temas que le preocupaban y de sus personajes, que además de entenderlos, igualmente conoció y trato. Por ello este lenguaje procede de la vida misma, de aquella que se desenvuelve y madura bajo nuestros pies, un vínculo inseparable entre el folclor y las costumbres indígenas y rurales, revelándonos Rojas González este ambiente “expresivamente”, es decir, con absoluta sencillez y transparencia.
Francisco Rojas es mayormente conocido como cuentista, aunque también escribió novelas, piezas de teatro y crítica literaria. Su colección póstuma de cuentos titulada “El Diosero”, aparecida en 1952, reúne trece relatos con temática indigenista que lo consagro como uno de los más lucidos y talentosos cultivadores de este genero. Varios de estos cuentos fueron adaptados pocos meses después del fallecimiento del escritor en la celebre película de Carlos Velo, “raíces”, de 1953, la cual gano “El Premio Internacional de la Critica en el Festival de Cannes”; también sus novelas “Lola casanova” y “La negra Angustias”, fueron a su vez llevadas a la pantalla grande de la mano de la mítica directora mexicana Matilde Landeta entre 1947 y 1949, respectivamente, en los estudios Churubusco. Por “La negra Angustias” obtuvo “El Premio Nacional de Literatura”, en 1944, destacando por haber sido esta la primera novela en abordar la revolución mexicana desde el punto de vista de las mujeres, por medio de su recia protagonista: “La coronela, Angustias Farrera”.
Otras de sus obras son: “Historia de un frac”, de 1930, la cual fue llevada al cine en Hollywood en 1942, sin dársele el crédito correspondiente, acusando Rojas González de plagio a los productores, demanda que llego hasta la casa productora Fox, logrando que esta reconociera el plagio para realizar una cinta que se llamo “Seis destinos”, sin embargo no obtuvo la indemnización a la cual tenia derecho porque dicha empresa le echo la culpa al coproductor y este resulto ser “insolvente”; escribió también: “Y otros cuentos”, 1931, “El Pajareador. Ocho cuentos”, 1934, “Sed. Pequeñas novelas”, 1937, “Chirrin y la celda 18”, 1944, “Cuentos de ayer y de hoy”, 1946, “Lola Casanova”, 1947, “Novela sobre un hecho histórico entre los indios Seris de Sonora”, y “La ultima aventura de la Mona Lisa”, en 1949. Asimismo como investigador publico en coautoria diversas obras como: “Carta etnográfica de México”, “Cuatro cartas de geografía de las lenguas”, “Estudios etnologicos del Valle del Mezquital”, “Estudio etnologico de Ocoyoacac”, y “Etnografía de México”.
Falleció en la ciudad de Guadalajara el 11 de diciembre de 1951, a la edad de 47 años, legándonos una visión certera y un oficio literario notable sobre este México íntimo que nos revela y muestran las culturas indígenas, siendo además reconocido como uno de los más importantes representantes de la narrativa de la revolución mexicana.
OROZCO, VISION JALISCIENSE DEL MURALISMO MEXICANO.

Muralista y litografo nacido en Zapotlan, El Grande, Jalisco, el 23 de noviembre de 1883, siendo el cuarto hijo del matrimonio formado por Irineo Orozco Vázquez y Rosa Juliana Flores Navarro, su padre Irineo editaba el periódico “La abeja” en su propia imprenta, mientras que su mama, Rosa, tenia el gusto por la pintura y daba clases en esta misma localidad। La primera instrucción que recibió José fue por parte de su madre a la edad de cuatro años, quien lo enseño a leer a esta edad y a llevar la doctrina cristiana, sin embargo poco tiempo después Orozco observo contradicciones en esta practica religiosa, situación que lo llevo a mantenerse a una distancia prudente de la misma. La familia Orozco Flores se mudo a Guadalajara y posteriormente a la ciudad de México en 1890; José estudia a los siete años en la escuela primaria anexa a la normal de maestros, la cual estaba cercana a la imprenta donde trabajaba el grabador José Guadalupe Posada, lugar donde el niño José avivaba su imaginación al observar los dibujos y pinturas que hacia el maestro. Años mas tarde asistía a clases de pintura en la academia de san Carlos, las cuales interrumpe para ingresar a la Escuela Nacional de Agricultura y Veterinaria de San Jacinto, donde obtiene el titulo de perito agrícola con la tesis “la fibras vegetales”, tiempo después le surge interés en estudiar matemáticas y posteriormente dibujo arquitectónico, por lo que decide ingresar a la Escuela Nacional Preparatoria. Es en 1904 cuando Orozco pierde su mano izquierda a raíz de un accidente con pólvora, pasada la recuperación se emplea en la casa amplificadora de retratos de Gerardo Vizcaíno, lugar donde permanece dos años, en esa época asiste de manera irregular a la Academia de Bellas Artes o de San Carlos, naciendo su interés por la pintura que lo hace abandonar la Escuela Nacional Preparatoria para dedicarse de tiempo completo a esta disciplina, es entonces que regresa a esta misma institución para recibir clases formales, estando ahí de 1907 a 1914; en 1910 realiza su primera exposición durante una muestra colectiva de parte de la sociedad de alumnos y pintores de la de San Carlos, pero el levantamiento revolucionario frena la producción artística en el país. Es hasta los 26 años que Orozco recibe en San Carlos una instrucción disciplinada por parte de Antonio Fabrés, un pintor español que imprimía su enseñanza europea, siendo sus primeros trabajos litografías sobre la vida indígena, sin embargo por esa misma época un grupo de estudiantes encabezados por Gerardo Murillo, con el cual Orozco compartió clases de arte, y quien años después seria conocido como el doctor Atl. Decide regresar a la búsqueda de la mexicanidad y opta por el muralismo, es entonces que Orozco y otros compañeros pugnan por el reconocimiento del arte nacional, logrando exponer sus obras durante una celebración del centenario de la independencia de México, en la cual solo se había contemplado incluir arte español. Participo asimismo como ilustrador y caricaturista satírico en “El Ahuizote”, “Frivolidades” y “Panchito”, en 1911, en “El Imparcial” y “El hijo del Ahuizote”, en 1913, en “La Malora” como director, y en “La Vanguardia” en 1915, llegando al “El Heraldo de México” en 1920; que es cuando Orozco, el doctor Atl. Y Francisco Valladares se unen al movimiento carrancista. En 1916 expone por primera vez de forma individual en el la librería “Biblos”, viajando posteriormente a San Francisco y Nueva Cork, pintando carteles de cine, y es en ese mismo año cuando conoce a Margarita Valladares, hermana de Francisco, con quien se casaría en 1923, naciendo de esta unión tres hijos. En 1920 regresa a la ciudad de México y junto con Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros colabora en el programa muralista patrocinado por el entonces Secretario de Educación José Vasconcelos, ejecutando sus primeros murales en la escuela nacional preparatoria entre 1923 y 1926; en 1921 fundo junto a Rivera y otros pintores el Grupo Solidario del Movimiento Obrero. En 1927 regresa a los EEUU, lugar en donde permanecería cinco años, realizando numerosos murales, siendo en 1932 cuando realiza su primer viaje a Europa. El pintor tenia una personalidad reservada, pasando la mayor parte del tiempo en su estudio trabajando, escuchando muisca de opera o disfrutando de una buena conversación. A Orozco le toco vivir las revoluciones mexicana y rusa, las dos guerras mundiales, la depresión económica de 1929 y la guerra civil española, sucesos que lo sensibilizan como artista, por lo cual toma como motivo principal del arte al hombre, usando como medio de critica la pintura. El mismo Orozco señalaba sobre el muralismo “La mas alta, lógica, pura y fuerte forma de la pintura es el mural. Es la forma mas desinteresada, porque no puede hacerse de ella asunto de ganancia privada, no puede ser ocultada para beneficio de unos cuantos privilegiados. Es para el pueblo, es para todos”. Asimismo durante algunos años se dedica a la pintura de caballete, y es en Guadalajara donde deja parte esencial de su obra, pues entre 1936 y 1939, que radica en la ciudad, pinta el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara con los murales “El pueblo y los lideres”, y “Alegorías al desamparo y a la revolución”; en el palacio de gobierno se aprecian “El retrato de hidalgo”, “El circo político” y “Las fuerzas negativas”; en la Capilla del Hospicio Cabañas pinto 40 murales al fresco que cubren todo el edificio, es ahí donde también plasma la historia nacional, el mundo prehispánico, la conquista material y espiritual por parte de los españoles, la independencia, la revolución, el urbanismo, la industrialización, la demagogia, la imaginación, y en la cúpula culmina con la obra “El hombre de fuego”. Además pinta “Juárez redivivo” en el Castillo de Chapultepec, el mural “Prometeo” en la New School for Social Research, en Nueva York, y otros murales sobre la fraternidad, la esclavitud, el arte y la ciencia. Igualmente participa junto con los otros muralistas emblemáticos de México, Rivera y Alfaro Siqueiros, en la realización de murales en el interior del Palacio de Bellas Artes, y junto a ellos se une al Sindicato de Trabajadores Técnicos, Pintores y Escultores; en 1940 es designado por el entonces presidente Lázaro Cárdenas para decorar el nuevo edificio del Tribunal Supremo de México, y en 1941 realiza un transportable para el Museo de Arte Moderno en Nueva York. Otras obras pueden admirarse en la Universidad Nacional Autónoma de México, en el Colegio de Pomona, en California, EEUU, la Residencia del Gobernador, la Capilla del Orfanato de la Ciudad de México, la Casa de los Azulejos y en la Escuela Industrial de Orizaba, Veracruz. Fue miembro fundador de el Colegio Nacional, obteniendo el “Premio Nacional de Arte y Ciencia de México” en 1946, exponiendo su obra al año siguiente, 1947, en el Palacio de Bellas Artes. Entre algunas de sus pinturas mas representativas e importantes se encuentran “Prometeo”, “La Reforma”, “El demagogo”, “Los Payasos”, “El dolor humano”, “Cortes y la Malinche”, “Los dioses modernos”, “El mural de Hidalgo”, “Las fuerzas tenebrosas”, “Katharsis” y “Alegoría de México”. En 1948 concluyo el trabajo que había iniciado el año anterior en el Teatro al Aire Libre de La Nacional de Maestros, y al año siguiente pinta un mural al aire libre en el Multifamiliar Miguel Alemán, el cual quedaría inconcluso pues fallecería el 7 de septiembre de 1949, a causa de un paro cardiorrespiratorio, siendo su cuerpo velado en el Palacio de Bellas Artes. Sus restos descansan en La Rotonda de los Hombres Ilustres del Panteón Civil de Dolores en la Ciudad de México.

JOSE LUIS MARTINEZ

Historiador, diplomático, bibliógrafo, critico y humanista, considerado como “el guardián de las letras mexicanas”, José Luís Martínez nació en Atoyac, Jalisco, en 1918, estudio la primaria en el Colegio Renacimiento de Ciudad Guzmán, teniendo como compañero de clases al hoy celebre escritor zapotlense Juan José Arreola, continuándola en el colegio Francés La Salle en la Ciudad de México, debido a la persecución religiosa, su secundaria y preparatoria las llevo a cabo en la Universidad de Guadalajara, curso dos años la carrera de medicina en la UNAM y posteriormente cambio a la carrera de letras españolas en la facultad de filosofía de esta misma casa de estudios, recibiendo además algunos cursos sobre filosofía e historia del arte de 1938 a 1943. José Luís Martínez se caso con Amalia Hernández, quien fuera directora del Ballet Folclórico de México, con quien tuvo a su hijo mayor, José Luís. Su segunda esposa fue Lydia Baracs, originaria de Hungría, con la que tuvo otros dos hijos, Guadalupe y Rodrigo. Incursiono en distintos géneros literarios, lo cual le permitió adentrarse en los mas variados y empeñosos caminos de la cultura y literatura, colaboro en distintas revistas, fue profesor de literatura y letras en distintas universidades, consejero cultural de instituciones publicas y privadas, asimismo desempeño distintos cargos entre los que destacan: secretario particular del titular de Educación Publica, Jaime Torres Bodet, de 1943 a 1946, diputado federal por el Octavo Distrito de Jalisco de 1958 a 1961, embajador en Lima, Perú, de de 1961 a 1962, director del Instituto Mexicano de las Bellas Artes de 1965 a 1970, embajador en Atenas, Grecia, de 1971 a 1974, embajador de México ante la UNESCO en Paris, Francia, gerente general de los Talleres Gráficos de la Nación de 1975 a 1977, secretario del Colegio Nacional, presidente de la Academia Mexicana de la Lengua y director del Fondo de Cultura Económica DE 1977 a 1982, publicándose bajo su dirección 701 nuevos títulos, creando paralelamente la colección de “Revistas Literarias Mexicanas Modernas”, dedicándose igualmente a la recuperación del catalogo general mediante la reedición y reimpresión de títulos, cuyo valor e importancia cultural mantenían plena vigencia, realizándose durante su periodo un total de 1,084 obras, a su vez desempeño el cargo de cronista de la Ciudad de México de 1975 a 1986. Fue señalado por Gabriel Zaid como “el curador de las letras mexicanas”, pues Martínez se dedico de lleno no solo a cuidar, sino a organizar y hacer legible nuestra literatura, siendo un hombre sumamente dedicado a sus labores, el cual mencionaba que “leía de día, para escribir de noche”, teniendo a su disposición la biblioteca personal mas grande en el país sobre temas relacionados con México, con mas de 60,000 volúmenes; en fechas recientes declaraba: “no hay retribución ni moral, ni mental, ni material, para este esfuerzo que sirve como un recurso contra la soledad y el desamparo”. Luego de un desafortunado debut como poeta en “Elegía por Melibea”, en 1940, admite sus limitaciones creativas en este campo y decide dedicarse a la critica, y aunque esta misma critica la ejerció sobre el presente literario, después da un giro y decide enfocarse al estudio de los orígenes de nuestro pasado literario, percatándose así de manera definitiva que realizaba una obra útil e importante para la integración cultural de nuestro país, dirigiendo desde 1980 la academia mexicana de la lengua, hasta 2002, cuando es declarado director honorario perpetuo, asimismo pertenecía a la academia mexicana de la historia, siendo desde 1990 miembro del Consejo de Administración del Fondo de Cultura Económica y de los Comités Asesores de Historia y Literatura. Algunas de las condecoraciones y premios que recibió a lo largo de su vida fueron: “Officier de d´Academie”, de la Republica Francesa en 1947, Insignia “José Maria vigil”, como “Jalisciense Distinguido” en 1956, “Comendador de la Orden del Merito de la Republica Italiana”, en 1967, el premio “Elías Sourasky” en 1978, el Premio Internacional de Literatura y Lingüística en 1980, “Premio Internacional Alfonso Reyes”, en 1982, el premio de Cultura Hispánica por el libro “Pasajeros de Indias”, también en 1982, la “Medalla Ramón López Velarde” del Gobierno de Zacatecas, en 1988, la “Medalla de Honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo”, en Santander, España, en 1993, La Cruz de Alfonso X en 1998, la “Presea Miguel Othon de Mendizábal”, el premio “Mazatlán” de literatura, la “Medalla de Oro del INAH” por su contribución a la conservación, protección y difusión de nuestro patrimonio cultural, en el 2000, el “Premio Bibliofilia” de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en el 2002. Entre sus obras mas sobresalientes se encuentran “Literatura Mexicana, siglo XX”, en 1949, “Hernán cortes”, en 1990, “nezahualcoyotl, vida y obra”, en 1972, “guía para la navegación de Alfonso reyes”, en 1992. Falleció en la Ciudad de México el 20 de marzo del presente año a la edad de 89, debido a complicaciones tras una larga enfermedad.

ARREOLA, EL ÚLTIMO JUGLAR DE LAS LETRAS.

Escritor, académico y editor nacido en Zapotlan el Grande, Jalisco, el 21 de septiembre de 1918. Juan José Arreola Zúñiga fue el cuarto de catorce hijos del matrimonio formado por Felipe Arreola y Victoria Zúñiga. Arreola disfrutaba de la escuela a la cual asistía desde los tres años acompañando a sus hermanos, desarrollando dentro de el un gusto por la literatura y su capacidad de aprender poemas, de 1926 a 1929 desarrollo sus estudios básicos en un colegio de su ciudad natal, estudiando la literatura de Bécquer, Cervantes, Tolstoi, Baudelaire, Goethe y Papini, entre otros, quienes lo influyeron bastante, uno de sus compañeros de clase llego a ser el también escritor y académico José Luís Martínez; en 1929 cuando cerro su colegio Arreola trabajo como aprendiz de un maestro archivador de libros, después trabajaría en distintas empresa desarrollando diversos oficios como serian los de panadero, cajero de banco y actor ambulante. En 1934 escribe sus primeros textos literarios, en 1937 se traslado a la ciudad de México para estudiar teatro en el instituto de bellas artes, recibiendo clases de Rodolfo usigli y Xavier Villaurritia, pero tras perder todo su dinero en una producción fallida volvió a zapotlan En 1941 Para ser maestro y publico “Sueño de navidad”, en el “Vigía de Zapotlan”, dos años después apareció “Hizo el bien mientras vivió”, siendo reconocido en el mundo literario hasta 1943, durante aquella época padeció una enfermedad gastrointestinal que casi le costo la vida, además de una crisis nerviosa que lo afecto demasiado, entrando posteriormente a una etapa religiosa de misticismo afirmando por primera vez a dios y al amor, aunque los dos le permanecieron poco, trabajo asimismo en el diario el occidental. Arreola se caso en 1944 con Sara Sánchez Torres, y se divorcio al poco tiempo, aunque seguía viviendo con su ex esposa, pero nunca realizo un amor espiritual o material que le cumpliera el anhelo que tuvo siempre. En 1945 recibe una beca para viajar a Paris de parte del gobierno francés, trabajando y estudiando actuación en Francia en el “comedie francaise”, compañía que había actuado ese mismo año en Guadalajara en el teatro Degollado y de la cual quedaría gratamente impresionado, auspiciado bajo la protección del actor Louis Jouvet, conociendo a los mejores actores y escritores canónicos franceses, entablando amistad con Jean Louis Barrault y Pierre Renoir, siendo el movimiento surrealista el que influiría la escritura de arreola, sin embargo allí también padecería una crisis nerviosa, que lo llevaría a sufrir claustrofobia, agorafobia y neurastenia general, que lo obligarían a volver a México para intentar sentirse mejor, estas enfermedades se convertirían en una fuente útil paras el trabajo que desarrollaría en sus obras, también en ese mismo año trabajaría como periodista colaborando con Juan Rulfo y Antonio Alatorre en la publicación de la revista Pan. En 1946 consigue trabajo en el Fondo de Cultura Económica en México, donde su trabajo consistía en leer obras sobre cualquier tema, señalando Arreola a esta como “su universidad”, obteniendo una beca para estudiar en el Colegio de México; el Colegio de México era un refugio para los escritores europeos que venían huyendo de la guerra civil española, teniéndoles siempre un respeto a estos escritores cultos y de gran conocimiento, sobre todo a Papini a quien consideraba una fuente de academia arcana. Es ahí donde Arreola incorporaría las técnicas que aprendió de estos escritores europeos en sus obras, en ese tiempo es cuando comienza a publicar una gran cantidad de obras literarias, se denominaba a si mismo como un entusiasta autodidacta “que había tenido conocimiento de las cosas oídas”. en su narrativa Arreola conjuga el absurdo, lo fantástico y lo alegórico, uniéndolos con estructuras de ironía y simbolismo, sin afiliarse decididamente a un movimiento o una vanguardia en especifico, tomando una apuesta por la imaginación y el ludismo, además del infaltable sentido del humor y la ficción breve cultivada en algunas de sus obras, amen de sus metáforas y su habilidad para borrar las fronteras entre la realidad y la fantasía, considerándose que rompió con las estructuras tradicionales de la literatura mexicana, con lo cual se convertiría en autor de lenguajes coloridos e imágenes fugaces, plasmando en toda su obra una riqueza lingüística inigualable; su primer libro seria “Varia invención” en 1949, colabora para realizar la colección “Los Presentes”, y recibe la beca Rockefeller, la primera versión de “Confabulario” aparece en 1952, en 1953 recibía el Premio Jalisco de Literatura, en 1955 recibe el Premio del Festival Dramático del Instituto Nacional de Bellas Artes, en 1954 aparece “La hora de todos”, en 1956 colabora con el movimiento “Poesía en Voz Alta”, y cuando Octavio Paz presenta su única obra de teatro, “La hija de Rapacccini”, Arreola encarno al protagonista, Paciano, en 1958 aparece “Punta de plata”, en 1962 “Confabulario total”, en 1963 su única novela “La feria”, en ese mismo año recibe el premio Xavier Villaurrutia, en 1964 dirige la colección “El Unicornio”, y se inicia como profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1969 recibe la presea de reconocimiento de parte del Grupo Cultural José Clemente Orozco, de Ciudad Guzmán, en 1971 aparecerían “Obras de Juan José Arreola”, en 1972 “Bestiario”, en 1973 “La palabra educación”, y en 1976 “Inventario”, publicando también poesía y obras de teatro, en 1979 recibe el Premio Nacional en Letras de la Ciudad de México, diez años mas tarde se hace acreedor al Premio Jalisco en Letras, 1989, en 1992 recibe el Premio de Literatura Iberoamericana y del Caribe Juan Rulfo, por parte de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en 1997 recibe el premio Alfonso reyes, y en 1998 el premio Ramón López Velarde, en 1999 en ocasión de su ochenta aniversario el Ayuntamiento de Guadalajara le entrega un reconocimiento y lo nombra hijo preclaro y predilecto, durante una ceremonia celebrada en el Instituto Cultural Cabañas, obtuvo la condecoración del gobierno francés como Oficial de Artes y Letras Francesas. Colaboro igualmente en radio y televisión. El mismo Juan José mencionaba que: “el drama es, para mi, como para tantos artistas y pensadores, estar en el mundo, querer ser algo y parar en otra cosa, no creo en el libre albedrío”, se le considera un maestro en la técnica del cuento, además de haber contado con una habilidad extraordinaria para tratar sobre cualquier tema, desarrollando una gran afición por el ajedrez, lo único que lamentaba es que obra resultaba ser muy reducida. Fallecería el 3 de diciembre de 2001 en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, dejando una viuda y tres hijos.
ESCRITOR DISTINGUIDO Y BENEMERITO JALISCIENSE:

JUAN RULFO

Juan Nepomuceno Carlos Pérez Vizcaíno, (Juan Rulfo), nació en San Gabriel, Jalisco, el 16 de mayo de 1917, en una familia acomodada que perdió todo durante la época revolucionaria। La adopción del apellido Rulfo fue a petición expresa de su abuela, Maria Rulfo, pues en su familia fueron siete hermanas y un solo varón, el cual murió soltero y sin descendencia, y ante esto, para evitar que se perdiera el apellido, pidió a sus nietos que adoptaran el Rulfo. Muy joven perdió a su padre, que fue asesinado de un tiro en la nuca, y posteriormente fallecería su madre, por lo que fue recluido en un orfanato de Guadalajara, asimismo varios de sus tíos paternos murieron también en circunstancias trágicas. Por ello el elemento fundamental en sus relatos será la muerte, pocas veces se referirá a ella directamente, sin embargo esta aparecerá constantemente como una sombra, y de hecho será la muerte el ambiente donde sus personajes revivan todas sus historias. Es en ese entorno oscuro, donde la ruptura entre las secuencias del tiempo y espacio, mas esa ambigua frontera entre lo real y lo imaginario, lo hacen un escritor insuperable. En 1953 se publica su libro de 17 cuentos “El Llano en Llamas”, donde la vida transcurre en un caminar fatigoso, mientras el triste pasado elimina a su vez el futuro, señalándolo como un esfuerzo inútil, para andar así penosamente a tientas, entre las tinieblas, a punto de quebrantar la fe. El cuento “Luvina” se le considera como el precursor de la que seria mas tarde la novela “Pedro Páramo”. Dicha novela, “Pedro Páramo”, aparecida en 1955, trasciende de los temas sociales a la violencia de las fuerzas divinas, la degradación del alma humana, acosada insistentemente por la culpabilidad y el remordimiento. Escribió además la historia “El Gallo de Oro” y el texto poemático “La Formula Secreta”, que fueron llevadas al cine, también colaboro en un cortometraje: “El Despojo”, utilizando en todas sus obras el “lenguaje del pueblo”, es decir, ese lenguaje hablado que el había escuchado como “natural” en sus mayores; durante varios años aseguro que trabajaba en la realización de una nueva novela: “La Cordillera”, pero esta nunca llego a concretarse. Asimismo fue reconocido como un excelente fotógrafo, montando notoriamente varias exposiciones, donde buscaba aparentemente darle una imagen a todo aquello que ya no escribiría, dejando como legado 6,000 negativos a la espera de ser revelados y clasificados. Juan Rulfo obtuvo en vida dos premios, El Nacional de Literatura en México, en 1970, y en España, El Príncipe de Asturias en 1983. Se le considera uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo 20, perteneció al movimiento literario denominado “Realismo Mágico”; su obra ha resistido el paso del tiempo, entremezclando la realidad con la fantasía, mostrando la vida típica del México rural, con sus atrasos, su pobreza, sus mitos y obsesiones, sus inevitables problemas tanto sociales como culturales y la presencia imperante del caciquismo, entretejiendo esa misma convivencia con la del mundo fantástico, atrapando en múltiples tiempos los murmullos del pasado que persisten todavía en el presente. El mismo Rulfo es en ocasiones amigo de la muerte, la llama, vive por y para ella, se le muestra respetuoso, y otras tantas veces, le huye, y hasta le es irreverente, manteniendo y plasmando así en sus historias una relación ambivalente. Juan Rulfo falleció el 7 de noviembre de 1986 en la Ciudad de México a la edad de 69 años, lugar en donde permanece sepultado. La feria internacional del libro que se lleva celebra cada año en Guadalajara, distinguió la memoria de tan eminente personaje, enalteciendo la calidad y trascendencia de su obra, inscribiendo su nombre para El Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe, el cual fue instituido en 1991, que galardona la trayectoria de un literato relevante, al que se le retribuye por su aportación a las letras contemporáneas, escritas en América Latina, el Caribe o la Península Ibérica. Por ello en sesión ordinaria que se llevo a el 24 de enero del presente año por parte de la 59 legislatura del congreso saliente, se declaro al destacado autor como “Benemérito Ilustre del Estado de Jalisco”, debido a su valiosa contribución a la literatura jalisciense, mexicana y universal; asignándosele un lugar de honor, la colocación de un monumento y la petición formal para que en fecha próxima se trasladen sus restos mortales para que reposen en la rotonda de la “Plaza de los Jaliscienses Ilustres”, conforme al procedimiento establecido. Decreto que entro en vigor a partir del 14 de febrero, justo un día después de ser publicado en el Periódico Oficial “El Estado de Jalisco”. El titulo de Benemérito se otorga a quien es considerado honorable, digno de un galardón, estimación o agradecimiento, debido a su bondad o los servicios prestados. La Ley señala que Serán declarados “Beneméritos del Estado” los hombres y mujeres que en grado eminente se hayan distinguido por la importancia y el reconocimiento en la calidad de sus obras literarias, y por la difusión de los valores culturales jaliscienses y nacionales ante el mundo.

SORIANO, JALISCIENSE DE ARTE UNIVERSAL.

Pintor, escultor, grabador y dibujante, un gran artista plástico, ante todo. Juan Francisco Rodríguez Montoya, mejor conocido como Juan Soriano, apellido adoptado por el desde muy chico, siendo este el segundo de su padre, nació el 18 de agosto de 1920 en Guadalajara, Jalisco; hijo de Rafael Rodríguez Soriano y Amalia Montoya Navarro. Desde niño dio muestra de su enorme capacidad artística, a los doce años conoció al ingeniero Luís Barragán, quien fuera una de sus mas fuertes influencias. A la edad de 14 años junto con Raúl Anguiano y otros compañeros, monto su primera exposición colectiva de oleos pintados sobre cartón, siendo parte del grupo “Evolución”, y durante la misma coincidieron las pintoras María Izquierdo y Lola Álvarez Bravo, quienes quedaron gratamente impresionadas por su innegable talento y lo incitaron a irse a la ciudad de México, lugar en donde podría mejorar dicha técnica.
En 1936 se afinco en la ciudad de México, donde estudio artes plásticas en La Escuela Nocturna de Arte para Obreros, motivado por su gran disposición de aprendizaje y alentado asimismo por su hermana Martha, quien lo acompaño durante este viaje; en dicha escuela recibió clases de varios de los grandes exponentes de la plástica mexicana contemporánea, figuras como Emilio Caero y Santos Balmori.
Ahí mismo obtiene la invitación de uno de sus mentores para integrarse a La Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), en la cual permaneció solo dos años, exponiendo algunos de sus dibujos en una pequeña sala de Bellas Artes, sin embargo se relaciono con los mas reconocidos personajes del ámbito cultural de la época, entre sus amistades estaban el admirado escritor y poeta Octavio paz, (premio Nobel de literatura en 1990), la actriz Lupe Vélez, de quien quedo prendado por su atrayente belleza y le hizo a lo largo de su vida varios cuadros, el pintor Rufino Tamayo, los poetas Carlos Pellicer y Xavier Villaurritia, la escritora española Maria Zambrano, la pintora Frida Kahlo, y el escritor y cronista de la ciudad de México, Salvador Novo, entre otros.
Fue a principios de 1951 cuando se animo a salir de México y viajar a varias partes de Europa para madurar su obra, estableciéndose en Roma, donde amplio su circulo de amistades internacionales, y a decir del mismo Soriano, este contacto contribuiría a que su estilo plástico se consolidara.
Retornaba brevemente al país para retomar sus vínculos con intelectuales mexicanos y colaborar, por ejemplo, con Octavio Paz, Juan José Arreola y Leonora Carrigton, en 1956, haciendo escenografías para el grupo cultural: “Poesía en Voz Alta”.
En 1957 regresaría a Roma, lugar donde permaneció hasta 1974, cuando cambio su residencia a Paris, ahí conoció he hizo amistad con otros grandes literatos como Julio Cortazar y Milan Kundera. En 1966 comienza a realizar sus famosas esculturas en cerámica y bronce. En aquel entonces vivía por temporadas entre las ciudades de Paris y México.
Su obra se distingue por haber desarrollado un estilo propio, basada en el “lirismo”, un movimiento europeo donde la “originalidad” es la vuelta a los orígenes, según señalo el celebre arquitecto catalán Antonio Gaudi; una búsqueda constante entre la inquietud y personalidad del creador, lo cual lo llevo a experimentar con diversos materiales, géneros y estilos, incursionando en el abstraccionismo y la creación de escenografías y vestuarios para teatro, además de adentrarse en la escultura monumental.
Familiares y amistades lo recuerdan como un hombre irónico, desenfadado y hasta irreverente, en ocasiones sumamente sincero, pero con un innegable sentido del humor; un hombre sencillo, de espíritu libertario, que amaba ante todo la vida, pero que veía a la muerte como un premio, pues no dejo, -según sus propias palabras-, ni pendientes, ni preocupaciones, y la única familia que formo y compartió con el sus gustos e ideales, fue su propio arte.
Falleció en la ciudad de México el 10 de febrero del 2006, victima de un paro respiratorio tras contraer una neumonía que lo mantuvo durante dos semanas hospitalizado.
Recibió en vida varios premios, tales como el Premio Nacional de Las Artes y La Medalla de Oro de Bellas Artes, en México, la Condecoración de la Legión de Honor, en Grado Oficial y la Mención Honorífica del Festival Internacional de Pintura de Cagnes-Sur-Mer, en Francia, La Orden del Merito de la Republica de Polonia, y el premio Velásquez de las Artes Plásticas, en España.
ANGUIANO, EL ÚLTIMO GRAN MURALISTA.

Pintor, dibujante, muralista y grabador, José Raúl Anguiano Valadez, artista jalisciense nacido el 26 de febrero de de 1915 en la ciudad de Guadalajara; hijo de José Anguiano peña y Abigail Valadez. De niño descubrió su vocación por el dibujo y la pintura, estudio en la Escuela Libre de Pintura de Guadalajara y junto con otros artistas fundo el grupo de “Jóvenes Pintores Jaliscienses”; fue discípulo del laureado maestro Juan “ixca” Farias, quien le mostró estampas e imágenes de obras de Miguel Ángel, Rafael Sanzio y del taller de Esteban Murillo, sin embargo Anguiano estaba ya influenciado por los tres grandes muralistas de México, Rivera, Siqueiros y Orozco, gracias a unas revistas que en aquella época llegaban a Guadalajara, influencia que el mismo señalaba como “digerida y transformada” al estilo Anguiano.
Fue fundador del taller de grafica popular al lado de otros grandes artistas como Alfredo Zalce y Pablo O´higgins, donde realizo grabados y litografías, para de esta forma solidarizarse con los trabajadores y los campesinos. En ese mismo año presento su primera exposición individual en el palacio de Bellas Artes.
La Obra de Anguiano se enfocaba principalmente a representar al México rural e indígena, con sus fiestas, costumbres y religiones, incluyendo sus dramas y vicios, es por ello que pinta a campesinos y peones de los ranchos, además de habitantes pueblerinos y paisajes, llevándolo a un continuo viajar, lo cual también lo motivo a pintar en otros países, principalmente a EEUU, donde también daría clases.
En 1934 cambio su lugar de residencia al DF, estableciéndose en la colonia roma, donde pintaba la cotidianidad de la gente en su urbe, aunque su gran tema de inspiración seguía siendo el del México rural y sus etnias indígenas; su primer trabajo litográfico en 1937 estuvo basado en Zapata, fue además integrante de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR).
Se le reconoció como un gran retratista, donde su obra ya reflejaba un carácter realista, y aunque su ideología era “ecléctica”, es decir, armónica, conciliadora y moderada, no creía que esta llegara a influir en movimientos políticos; por lo cual de una manera natural e innata se inclino por la construcción geométrica rigurosa, influenciado por un estudio que hizo del pintor francés Paúl Cezanne, adquiriendo así un estilo claro, sencillo y vigoroso, naciendo a partir de esto el denominado “estilo Anguiano”, basado netamente en el clasicismo, pues fue lo primero que vio en casa de su abuela paterna, Prisciliana Peña, llegando a considerar al dibujo como la base de todas las artes.
Durante 32 años fungió como maestro de dibujo de la figura humana en el INBA, y posteriormente fundaría la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”. Una de sus grandes predilecciones era pintar a mujeres desnudas, de preferencia “anónimas”, pero también llego a pintar a mujeres famosas tales como Tongolele, Ruth Rivera, Julia Crespo y Maria Asúnsolo, el gran amor de Siqueiros; su obra cumbre se le considera “La Espina”, la cual ilustro durante muchos años los libros de texto gratuitos en las escuelas de educación básica, además de “Mujer de La Iguana” y “Alfareras Mayas”; su quehacer como ilustrador incluyo libros como: “Expedición a Bonampack. Diario de un viaje”, en 1959, basado en su diario sobre la expedición realizada en 1949 a la selva lacandona, y “Mawarirra. Un viaje al mundo mágico de los huicholes”, en 1972, puesto que era un gran apasionado de la antropología mexicana.
Su obra abarco diferentes etapas, surrealista, 1938-1942, realista, años cuarenta, expresionista, 1957-1966, cinética, 1952-1969, y nuevamente realista, a partir de 1970, recibiendo igualmente la influencia de Pablo Picasso.
Entre los premios recibidos en vida se encuentran: la Primera Distinción de Invierno del Salón de la Plástica Mexicana, en 1954, la Condecoración José clemente Orozco en 1956 por parte del Congreso de Jalisco, la Medalla de Oro del Salón Panamericano de Porto Alegre, Brasil, en 1958, la Condecoración de la Republica de Italia en grado de Comendador, en 1977, el Diplomado de Honor de Los Ángeles, California, en 1983, el Premio Jalisco, en 1988, y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2000. En 1992 fue homenajeado en Guadalajara y declarado “Jalisciense Universal”.
Una buena parte de su obra estuvo basada en sus sueños, como el mismo reconocía: “descanso trabajando, muchas veces sigo pintando durante el sueño y al despertar plasmo lo que soñé; es mi vida”, porque su norma era trabajar todos los días.
Durante sus últimos años disfrutaba pintando cerámica y antes de morir se preparaba para realizar un mural en el campus principal del Instituto Politécnico Nacional.
Sus pinturas y colecciones se encuentran repartidas en países como EEUU, Bélgica, Polonia, Francia, Italia, Argentina, Suecia, China y por supuesto, México. Falleció victima de un infarto en el hospital militar de la Ciudad de México el 13 de enero de 2006 a la edad de 90 años; se le considera como el último pintor muralista, heredero de la revolución mexicana.










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